¿Qué pasa si no tienes tu DC-3 en regla?
“¿Y el DC-3 del trabajador lesionado?”
Silencio. Miradas. Papeles revueltos. Y un inspector de la STPS esperando una respuesta.
Así fue como empezó una de las inspecciones más tensas que viví como supervisor de seguridad. Todo por una constancia que no estaba, por un curso que nunca se dio… y por un joven que terminó lesionado cuando apenas comenzaba su vida laboral.
Una historia real: el caso de Raúl en Gómez Palacio
Esto pasó en una maquiladora metalmecánica ubicada en Gómez Palacio, Durango. Una planta con más de 300 trabajadores, especializada en la fabricación de estructuras metálicas para exportación. Aquí se corta, se suelda, se esmerila y se mueve acero pesado como si fueran fichas de dominó.
Raúl era nuevo. Tenía apenas 23 años y venía recomendado por un primo. Con actitud, con ganas de aprender, rápido para agarrar la onda. Y como pasa muchas veces, esas ganas lo pusieron directo al área de oxicorte a los pocos días de haber entrado.
El detalle es que Raúl nunca recibió la capacitación específica que exige la NOM-027-STPS-2008 para trabajos con corte y soldadura. Sí, firmó su hoja de inducción. Vio un video genérico sobre uso de EPP. Le dieron casco, gafas y chaleco. Pero eso no es capacitación conforme a la norma. Y mucho menos genera una constancia DC-3 válida.
El accidente que lo cambió todo
Las cosas marchaban “normal” hasta que un día, manipulando el equipo de oxicorte, se lesionó la mano izquierda con una flama directa. Mientras cortaba una placa de acero, perdió el control del soplete por un mal movimiento. La flama le alcanzó entre el pulgar y el índice, a pesar de usar guantes.
Resultado: quemadura de segundo grado. Dolor, traslado al hospital, incapacidad, reporte al IMSS… y ahí comenzó el verdadero problema.
Cuando llegó la autoridad… no había DC-3
Como supervisor, el protocolo es claro: llenar el formato ST-7, revisar el expediente del trabajador, armar el reporte interno. Pero al revisar el archivo de Raúl, lo único que encontramos fue la hoja de asistencia al curso de inducción.
No había DC-3. No había evidencia de capacitación específica. No había nada firmado por un instructor registrado. No había cumplimiento de la norma.
Cuando llegó el inspector de la STPS, tras la notificación del IMSS, su primera pregunta fue:
—¿Tienen la constancia de habilidades del trabajador para el puesto que desempeñaba?
Silencio. Otra vez. El jefe de Recursos Humanos presentó un folder con copias de cursos generales, nada personalizado, nada específico. El inspector sólo alzó una ceja.
Las consecuencias legales
Para la STPS, esto fue una infracción directa a la NOM-030-STPS-2009, que obliga a las empresas a capacitar y evaluar a sus trabajadores. Y más grave aún: el Artículo 94 del Reglamento Federal de Seguridad y Salud en el Trabajo dice claramente que el patrón debe acreditar que el trabajador ha recibido la capacitación adecuada antes de asignarle actividades peligrosas.
¿Qué pasó después?
- Multa económica para la empresa por incumplimiento normativo.
- Investigación del IMSS por posible responsabilidad patronal.
- Supervisor sancionado internamente.
- Recursos Humanos tuvo que rehacer decenas de expedientes.
- Y lo más lamentable: Raúl fue dado de baja con una lesión que pudo evitarse.
¿Qué se debió hacer?
La capacitación no es un trámite. Es una obligación. Y no sólo por cumplir con papeles, sino por proteger vidas. Para asignar a Raúl al área de oxicorte, era necesario cumplir con:
- Capacitación específica en riesgos por corte y soldadura (NOM-027-STPS-2008).
- Evaluación de habilidades prácticas.
- Constancia de habilidades laborales DC-3, firmada por instructor registrado.
- Registro de capacitación en el expediente del trabajador.
Si todo eso hubiera estado en regla, la empresa estaría protegida legalmente, y lo más importante: Raúl habría recibido la preparación necesaria para evitar ese accidente.
Una reflexión con peso
No se trata de llenar papeles. Se trata de cuidar personas. Cada DC-3 que falta, cada curso que se omite, cada atajo que se toma en nombre de la “productividad”, es un riesgo latente que puede costar caro. Muy caro.
Y como supervisor, te lo digo claro: la ignorancia cuesta, pero la negligencia destruye.
¿Y tú? ¿Tienes todos tus DC-3 en regla?
Si trabajas en seguridad laboral, en Recursos Humanos, o eres parte del área de capacitación, no tomes esto a la ligera. Revisa tus expedientes, actualiza tus registros y exige que la capacitación sea real, efectiva y conforme a norma.
Porque cuando el accidente llega —y créeme, llega— lo primero que te van a pedir es: ¿Dónde está el DC-3?
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La prevención empieza con la capacitación.
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