Lumbalgia ocupacional: el dolor que sí se puede evitar


Lumbalgia ocupacional: el dolor que sí se puede evitar

Dicen que es “solo un dolorcito en la espalda”… hasta que ya no puedes amarrarte ni las agujetas. Y ahí es cuando te das cuenta de que ese “dolorcito” viene de años de hacer las cosas mal. No es la edad, no es la suerte. Es prevención. O la falta de ella.

Un caso común en el trabajo

En una maquiladora de electrodomésticos en Reynosa, Mario, operador de línea de 42 años, se agacha unas 300 veces al día para alcanzar cajas pesadas al nivel del suelo. Lleva años así, sin faja, sin descansos, y sin que nadie lo capacite sobre ergonomía. Un día, se quedó doblado en seco. Lumbalgia aguda. Incapacidad por más de 20 días. Y lo peor: no fue accidente, fue rutina. De esas que ignoramos hasta que duelen.

¿Qué se hizo mal?

Lo de Mario no fue mala suerte. Fue una consecuencia lógica de una omisión constante: ignorar los riesgos ergonómicos.

En este caso, estamos hablando de un claro incumplimiento de la NOM-036-1-STPS-2018, que trata sobre los factores de riesgo ergonómico en el trabajo. Esta norma establece que las empresas deben identificar, analizar y controlar actividades que impliquen manipulación manual de cargas. Y sí, también exige capacitación al personal. No es opcional.

La empresa donde trabaja Mario nunca evaluó las posturas forzadas ni la frecuencia de movimientos repetitivos. Nunca adaptó el área de trabajo. Las cajas se almacenaban directamente en el piso. No había mesas ajustables, ni herramientas auxiliares. Tampoco pausas activas. Y eso también lo marca la norma: los trabajadores deben tener pausas para reducir la fatiga muscular.

¿El resultado? Mario terminó con una lumbalgia ocupacional, reconocida por el IMSS. Tuvieron que incapacitarlo. La empresa, además del golpe económico, tuvo que lidiar con una investigación y recomendaciones correctivas. Ahí fue cuando todos se acordaron de la seguridad... pero ya con el trabajador lesionado.

Lo más irónico es que prevenirlo no costaba tanto. Bastaba con capacitar al personal —como lo exige la DC-3, constancia de habilidades laborales—, rediseñar algunos puestos, subir las cajas a una altura adecuada, y programar pausas cada 90 minutos. Ni siquiera era un tema de inversión millonaria. Era voluntad y organización.

El cuerpo avisa. Pero aquí lo ignoramos hasta que grita. Y cuando grita, ya no es dolor: es diagnóstico.

Esto lo he visto muchas veces. En almacenes, líneas de producción, incluso oficinas donde el personal trabaja encorvado frente a una computadora todo el día, sin ajuste de silla, sin escritorio ergonómico. No se trata solo de cargar costales. Se trata de cómo movemos el cuerpo todos los días.

Las empresas que sí aplican la NOM-036 y promueven pausas activas, ergonomía y cultura de autocuidado, no solo evitan incapacidades: retienen talento, reducen ausentismo y, claro, evitan demandas.

Entonces, si en tu centro de trabajo hay gente cargando sin técnica, sin herramientas o sin conciencia... no esperes a que sea otro Mario.

Reflexión final

El cuerpo no miente. Y cuando duele, no está pidiendo descanso: está exigiendo respeto. Respetemos el trabajo… y al trabajador. Porque una espalda lesionada no solo carga con dolor: carga con abandono preventivo. Y eso sí se puede evitar.

Comparte cultura de prevención

Esto no es cuento. Pasa más de lo que debería. Si te importa la seguridad de tu equipo, compártelo. Porque la lumbalgia ocupacional no se cura con pastillas… se previene con cultura. Y esa, o la tenemos todos, o no la tiene nadie.

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